Dime la verdad ...

… qué va a ser de nosotros? … dice ella con la mirada triste fija en nada porque sabe que nada llena y nada convence, se siente perdida.

Esta es la frase que ha asaltado mi cabeza cuando ojeando el archivo que recibo por correo electrónico, una de sus imágenes atrapa mi atención y un torrente de emociones se desatan en mi cabeza.

De momento la secuencia se me presenta enternecedora, esa instantánea robada como si pudiera sentir el pulso del paparazzi al otro lado del objetivo y toda esa ternura se transforma de inmediato en nerviosismo, las arenas movedizas bajo sus pies, ahora miedo … “nos han derrotado” piensa él mientras la abraza con la sensación de que, si hubiera un plan para ellos, no sería el que están viviendo, quizá debieran haber pasado de puntillas por la vida y no como marionetas sin el control de sus hilos.

Hoy descubro esta fotografía y la otra cara de Marilyn Monroe, la de una mujer con una infancia complicada vagando entre orfanatos y familia adoptivas, una niña de belleza robada a la que no enseñaron a creer.

Qué caprichosa la vida, ella … una estrella solitaria que con el paso del tiempo brilla con más intensidad, juventud eterna; él … un hombre enamorado, una promesa frustrada con corazón aletargado.

Ella murió una noche de verano de 1962, John F. Kennedy lo hizo una mañana de invierno de 1963; Marilyn tenía 36 años, John diez más que ella … vuelvo a la imagen en pause que me hace estremecer, pese al distanciamiento que la historia se ha ocupado de mostrarnos … aparece esta foto y pienso que dos caminos distintos designaron su destino pero el AMOR con mayúsculas que irradia ese abrazo, ese tipo de amor nunca muere y no dudo que dondequiera que estén, continuarán en la misma postura contemplando una hermosa puesta de sol.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, no me cabe duda!