Vísteme de otoño ...

Salí a pasear con un ejército de enanos y les encomendé una misión ... que atraparan toda la luz que pudieran; se miraron, no preguntaron y como pequeños conquistadores ... se dispersaron.

Entre tanto y con la cámara en mano, paseé mi robada soledad en silencio ... se me antojó como estar metida en un lienzo al que el mismísimo Van Gogh fuera a esculpir con sus ocres y marrones, y aunque la humedad parecía entumecer las sonrisas del río puede sentir el calor de aquel paisaje.

Las primeras hojas de este cambio estacional salpicaban la senda ... caían con ternura y con ayuda del viento se recolocaban como queriendo contarme algo; entonces me tumbé junto a ellas ... quizá así sus susurros me llegaran mejor y fui una más, viví el color y sentí la luz. Mujer, hoja que incluso caída del árbol ... no pierde su brillo.

Me incorporé ... el ejército regresaba batiendo sus brazos ... y en sus manos, ramilletes de luz ... la misión, claro ... eran hojas, hojas con vida!