¿Quién dijo miedo?

Ojalá pudiéramos cuestionarlo siempre así con incredulidad pero la realidad es bien distinta. La razón nunca llega a tiempo para controlar este sentimiento… Yo no tuve la oportunidad de decirle a este niño que no iba a hacerle nada. Que mi lente era inofensiva. Ni siquiera le pedí ni permiso para disparar y así se desató el daño en un golpe de click. Sin intención.



Debemos cuidar la virginidad de la inocencia, la fragilidad de su crecimiento, su maravilloso potencial de originalidad. Todas las personas somos genuinas e invencibles… ¿Entonces? ¿Para qué se inventaron los monstruos? ¿Para qué? ¿Para qué escondernos? ¿Para qué defendernos? ¿De qué?


Tengo 47 años y creo que acaricié muchos miedos: los de las sombras del perchero de noche en mi bunker de sueños, los de las heridas abiertas del corazón, los de la soledad, los de la muerte y enfermedades; los de la inseguridad y las incertidumbres; los de las injusticias y los que atentan contra el ser humano y su falta de libertad; los del éxito y los del riesgo; los sociales y los escénicos; los de las sonrisas falsas y las envidias; los de andar perdido; los de huir y salir corriendo; los normales por temor a lastimarnos con un cuchillo o a saltar al vacío; los de las preocupaciones ‘por ti, por mi el primero y por todos mis compañeros’. Y otros miedos… Miedo a olvidar, miedo a que no creas en mí o me traiciones.


Todo lo que se quiere está al otro lado del miedo… Quiero esa cuarta secuencia, en la que el pequeño deja caer su cuchillo al suelo y a los dos nos de vuelta el corazón. Quiero.

Comentarios

Entradas populares